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Durante el último año los fines de semana se me estaban quedando cortos, con dos días no tenía suficiente tiempo para descansar y recuperar la energía.

Quienes trabajamos a jornada completa de lunes a viernes, sabemos que trabajamos cinco días y libramos dos. Vaya, que llega el sábado y entre recados y recuperarse del cansacio, apenas queda el domingo y suele parecer que el lunes ha llegado demasiado pronto.

Además hay semanas en las que quiero adelantar trabajo extra y acabo trabajando unas horas el sábado por la mañana, por lo que el finde se reduce más y más.

Fines de semana de 3 días trabajando 5

Como no conseguía recuperarme a tiempo estaba pensando en reducir mi jornada laboral a 32h y librar los viernes, pero recientemente ha cambiado de trabajo y no me daría tiempo a conseguir los resultados que quiero en un breve espacio de tiempo reduciendo las horas. Tampoco todo el mundo está dispuesta a sacrificar el recorte en el salario.

Uno de los directivos en mi nueva empresa, desde el miércoles empieza a celebrar: ¡Casi finde! Con una alegría… Total, que me propuso el siguiente experimento: ¿Y si en realidad el viernes me lo tomase como un día más del fin de semana en el que estoy haciendo horas extras?

Ahora los jueves yo también recuerdo a los demás: ¡Casi finde! Y el viernes directamente comparto emocionada: ¡ Es finde! Y me encargo de tener un buen plan al salir del trabajo y recompensarme por las horas extras invertidas. Mi fin de semana ya ha empezado con quehaceres como solían ser mis sábados y después de tomar algo con los compañeros, habrá plan con callejeo.

Cuando llego a casa pienso en lo mucho que me ha cundido mi primer día de fin de semana y lo afortunada que soy porque aún me quedan otros dos días enteros más.

El sábado no tengo trabajo pendiente porque ya hice las ¨horas extra¨ el día anterior. El domingo, tercer día ya del fin de semana, en vez de sentir pena, me siento descansada y lista para empezar el lunes con ganas y energía.

Parece una tontería, pero funciona si se hace bien. Hay que empezar el ritual de celebrar el jueves como si fuese un viernes y viernes tener humor de sábado.

La única semana en la que no surtió efecto, fue una en la que estaba tan ocupada que llegó el viernes sin que me diese cuenta y ya fue demasiado tarde para convencerme de que aquel viernes no era un día laboral cualquiera.

Pruébalo, ponte una alarma como recordatorio el jueves y comparte la buena nueva: ¡Casi finde!

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